Omar Bravo hoy jugador del Deportivo de La Coruña de España, se ha propuesto volar alto.

A los 28 años, Bravo es un jugador maduro, con todo para seguir como el chico mimado de las Chivas, el equipo más popular de México, pero ha renunciado a la tranquilidad de su país a cambio de empezar de cero en España, uno de los tres circuitos más competitivos del planeta.

Rápido, con buen trato de la pelota, habilidad en el juego aéreo y también con las piernas, es el atacante mexicano de moda desde que anotó dos goles en el pasado Mundial y un año después fue líder goleador del torneo Clausura 2007 de México.

Por ser goleador, llegará a España rodeado de la curiosidad con la que llegan a la liga hispana todos los mexicanos. ¿Será tan bueno como Hugo Sánchez? anotó 347 goles en España entre 1981 y 1994, y ganó cinco premios Pichichi, uno con el Atlético de Madrid y cuatro con el Real Madrid.

El caso de Bravo es diferente. Primero, porque emigra a España con cinco años más que Hugo cuando debutó y segundo porque viaja en condiciones diferentes, a un club distinto y en otra época. O sea, no hay cómo compararlo.

En todo caso, Bravo tiene todo para encajar bien en un club que necesita de goles. El Depor convirtió 46 en 38 partidos en la temporada recién concluida.

Surgido en las escuelas del Rebaño, Omar Bravo es un caso raro en el fútbol moderno porque en ocho años sólo vistió una camiseta, la rojiblanca de las Chivas, con las que fue campeón de Liga una vez, alcanzó dos semifinales de la Copa Libertadores y anotó 101 goles, sin contar los de campeonatos internacionales.

Aunque en México hace dos años se intensificó la corriente migratoria a Europa, donde ya juegan más de una decena de futbolistas en España, Inglaterra, Alemania, Holanda y Turquía, hay una tradición de sobresalientes figuras que se negaron a probarse fuera por apego a la tierra, a su comida con tortillas y chile, y por no aceptar el reto de picar piedra en un juego a todo o nada.

La historia de Bravo es distinta. Siempre insistió en que su sueño era probarse en alguna liga más exigente y ahora ha aprovechado la oportunidad en un equipo en el que el volante Andrés Guardado, su compañero de la selección mexicana, causó buena impresión al convertirse en líder del medio campo en su primer año.

En España, Omar Bravo podrá o no ayudar al Depor a disputar campeonatos, brillar o no como Hugo Sánchez, pero algo está claro: a partir de hoy, dormirá tranquilo porque intentará hacer goles en una de las grandes ligas del mundo y eso lo liberará de la carga de ser un melancólico crónico. Un peso que llevan a cuestas quienes nunca intentan nada, ni en fútbol ni en la vida.

Chivas de Corazon

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