Si fuera frecuente que Omar Arellano (por citar su caso concreto, parecido al de tantos futbolistas mexicanos del pasado y del presente) pasara, sin transición, de lo sublime a lo ridículo, aún quedaría una esperanza: sostenerlo en la alineación, tanto en el Rebaño como en la Selección Nacional... porque siempre estaría viva la posibilidad de que el proceso se repitiera, a la inversa. Es decir que de la misma manera imprevisible, súbitamente pasara de lo ridículo a lo sublime.


Los botones de muestra de las dos caras del nieto de la “Pina”, están frescos en la memoria del aficionado...

La de cal ocurrió hace una semana: en ocasión de la visita de las “Chivas” al Atlético Paranaense, en el partido de vuelta de la Copa Sudamericana, Omar dio un “show” de velocidad, primero, y de solvencia realizadora, después, en el gol que constituyó su aportación más significativa al histórico triunfo que remitió al equipo más popular de México a un doble duelo con el legendario River Plate, en la fase de cuartos de final del certamen.

La maestría con que el heredero de la camiseta de Omar Bravo en la línea ofensiva del “Rebaño Sagrado” mandó el balón a la registradora, fue digna del mejor Marco Van Basten o del mejor Lionel Messi que se recuerden.

En compensación, el sábado que los rayados se bajaron de la nube del torneo internacional en que participan, para volver a la realidad de la competencia casera, Arellano puso las cosas en bandeja para que los amantes de los tópicos pusieran el disco de que “No hay marcador más engañoso que el 2-0”.

Omar, en efecto, tuvo en los pies tres excelentes oportunidades de amarrar el triunfo que las “Chivas” ya parecían tener en la bolsa. El destino le regaló un contragolpe y dos remates de cerca con los que la victoria de su equipo hubiera alcanzado proporciones escandalosas.

Arellano, una tras otra, las tiró por la borda... El resto lo harían más tarde sus compañeros de la retaguardia. La solidez y el orden que habían sido la tónica durante más de una hora, flaquearon dos veces en la última media hora.

El resultado fue un empate con nítido sabor a derrota... Y, si de algo sirve, el consuelo de que Omar Arellano parece lejos de alcanzar el rango de materia prima de exportación del futbol mexicano.

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